¿Estamos en el camino correcto???

¿Estamos en el camino correcto???

El mundo que conocemos hoy ya no es el mismo que el de ayer y, sin duda, será diferente mañana, debido a la rapidez de la innovación tecnológica en todos los sectores. Si bien el propósito principal del progreso es, por supuesto, simplificar nuestra existencia, la humanidad se está dando cuenta lentamente de que es cada vez más difícil para algunos adaptarse, mientras que otros se han vuelto completamente dependientes, adormecidos, perversos, deshonestos y, en algunos casos, incluso peligrosos.Actualmente, se observa un creciente malestar en la población occidental; ya no es raro conocer personas en nuestro entorno que sufren de una vida carente de interés y sentido. Las consultas médicas con psicólogos están aumentando en todo el mundo, tanto entre jóvenes como adultos, y en todas las clases sociales. Las parejas se rompen y se recomponen, las drogas se han convertido en el azote de nuestra juventud, que no tiene referentes familiares ni sociales y ya no cree en un futuro próspero ni armonioso. Los antidepresivos y ansiolíticos también se han convertido en suplementos nutricionales para adultos, ayudándolos a enfrentar el estancamiento de su existencia en un universo poco saludable de virtualidad inapropiada. Esta creciente hiperconexión es, sin duda, la droga del siglo XXI, que transforma radicalmente nuestra visión del mundo, trastoca nuestros puntos de referencia y cambia nuestro comportamiento y relación con la realidad. Hoy en día, el ser humano se asemeja a un robot dócil, indispensable y localizable en cualquier momento del día, corriendo frenéticamente tras el tiempo y el dinero para poder realizar sus insaciables ambiciones materialistas.Esta espiral infernal de sobreconsumo global nos obliga a estar siempre a la altura de nuestros objetivos y compromisos, a expensas de nuestros valores humanos y de una calidad de vida más sana, agradable y equilibrada. Esta sociedad de consumo ha cumplido sus promesas, ya que actualmente vivimos en un confort absoluto, pero para que los mercados económicos sigan creciendo, hemos pasado al modo de confort superfluo. Este equilibrio de vida, que pertenece a cada uno de nosotros, está amenazado por un sistema que se ha vuelto obsoleto, sin reglas ni ética, que hemos creado consciente o inconscientemente, sin importar, pero cuyas consecuencias actuales son graves a escala planetaria, tanto ambiental como humana. Nuestra sociedad globalizada vive actualmente a 200 km/h, centrada en la dedicación a la competencia, la perfección y el rendimiento infinito. Esta maratón tuvo un inicio pero ya no tiene un final definido, tomando un giro peligroso para nuestra salud mental y física. Las manifestaciones del estrés son omnipresentes, sus causas son múltiples y sus consecuencias catastróficas, y en un futuro cercano serán desastrosas. El ser humano no es un superhéroe; no puede vivir bajo presión hasta el agotamiento y estar constantemente entre el trabajo, las responsabilidades matrimoniales/familiares/sociales y, por supuesto, cada vez más, cuidar de sus padres envejecidos. Sin aliento, se vuelve irritable, nervioso, ansioso, incapaz de dormir lo suficiente, desarrollando gradualmente enfermedades cardiovasculares, úlceras, cánceres y agotamiento debido a este estado de hiperactividad constante, que lo sobrepasa y sobre el que finalmente pierde el control.

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